"Hojas del árbol caídas
juguetes del viento son,
las ilusiones perdidas
Ay son hojas desprendidas
del árbol del corazón.
El corazón sin amor
triste paramo cubierto
con la lava del dolor,
oscuro, inmenso desierto
donde no nace una flor"
Lágrimas queman mi rostro con amargura e impotencia, ¿por qué?, ¿Por qué no hice nada? ¿Podía hacerlo? Puede que hubiera podido guardar mi orgullo y junto a él las lágrimas que recorrían mis mejillas, pero que esas gotas lleguen a mi boca, tan saladas me hicieron decir que no. No! No iba a verme nadie así, no lo consiento. Me tumbo en la cama, consigo relajarme, suena el teléfono otra vez. Es verdad, le había dicho que espere un poco para llamarme, pero ya no quiero salir a la calle, no quiero que mis ojos me delaten, no quiero que nadie sepa que he llorado, me sube una presión desde el estómago y aunque no quiero, contesto el teléfono… ¿Para qué? ¿Para que he descolgado? Nada más que para dejarlo todo peor, mientras hablo por teléfono un susurro en la oreja me dice que me aguante y salga, pero entre tanta presión de atender el teléfono e intentar comprenderme a mí, sale al balcón una mujer que sólo grita... Con tanto escándalo termino por decir adiós y me voy a la cama otra vez... Ahora si escucho esa vocecita y comprendo que no pasa nada porque me vea caer una lágrima y llamo. Ya es tarde, ya nadie contesta el teléfono. Toca aguantarse y atender ya no al teléfono, sino a las consecuencias.
Déjate besar,
no pronuncies mi nombre
aunque bien sepas quien soy
Déjate seducir,
permite acariciarte
y desnudar tu pudor
Déjate llevar,
disfruta del placer,
siente el sudor
Déjate querer
con suaves movimientos
disfrutaremos del amanecer
Déjate arañar
se escucharán los gemidos y
ellos, cobardes se estremecerán
Déjate enamorar,
junto al fuego del eterno deseo
volarás en mí.